19/8/14

Desde TIERZ, para Macario Olivera

Hay un día especial en agosto en que el pueblo de Tierz procesiona hasta la ermita de Los Dolores, una pequeña encrucijada física en medio del Camino Real que se convierte en encrucijada espiritual, dado que es la parte en penumbra del cementerio.
Para el pueblo de Tierz tiene un significado especial igual que para muchos pueblos de nuestra geografía porque con mucha probabilidad sólo tiene un día al año para vivir ese camino con la alegría de la fiesta mundana.
Macario Olivera ha elegido ese día para anunciar que continúa su camino de servicio en Igriés, sin dejar las comunidades cristianas, que también se encuentran en la encrucijada.
Macario Olivera es un hombre especial: de estatura mediana, de permanente edad mediana, crece y crece cuando abre su pensamiento a las y los demás.
Es un pensamiento y una acción muy jacobeas, no por lo del camino, sino por ese azote sencillo, claro e implacable que son las cartas de Santiago.
¡Ojo!, sencillo, claro e implacable y al mismo tiempo profundo, frondoso y lleno de generosidad. Así he visto a Macario en este tiempo como párroco de Tierz.
Macario es un hombre que gana cuando se manifiesta en toda su sed de justicia y amor y cuando lo hace desde un estilo depurado de latinista que no ha dejado de hacer honor a su apellido y a las tierras del Somontano que lo vieron nacer, con algo de socarronería y una pizca de mirada al cielo escudriñando el buen tiempo y la tormenta.
Sólo puedo añadir que es un hermano especial, una persona en la que mirar a su interior y sentirse comprendida, una persona en la que confiar los sentimientos encontrados porque públicamente airea los suyos desde la asertividad.
Como él dice, aquello que le guía es un mensaje antiguo y muy renovado:
Amaos los unos a los otros como yo os he amado... Sencillo sí, pero en la encrucijada... Gracias, Macario, por tu testimonio.

Mª Pilar Martín Fauré
Fuente: Diario del AltoAragón, 19.08.2014
Sección: CARTAS AL DIRECTOR

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